miércoles, 7 de abril de 2010

PRIMERA ENTREVISTA

"Hay toda clase de historias. Algunas nacen al ser contadas, su substancia es el lenguaje y antes de que alguien las ponga en palabras son apenas una emoción, un capricho de la mente, una imágen o una intangible reminiscencia." Isabel Allende, "El Plan Infinito".

Cuando leí este párrafo pensé súbitamente en las historias que ocupan cotidianamente mi trabajo: las Historias Clínicas. Todas comienzan en una primera entrevista en la que padres preocupados relatan las dificultades que atraviesan sus hijos en el camino de apropiación de la lengua, intentos fallidos de objetividad en la descripción de fracasos, palabras que hablan desde tiempo atrás, desde la subjetividad que anima su actualidad como padres.
Estos textos, como cualquier discurso, sirven a las mas diversas causas. Durante mi formación profesional la primer propuesta que pude escuchar provino de uno de los puntos de vista mas influyentes en el ámbito fonoaudiológico. Para la entrevista inicial se aconsejaba utilizar una anamnésis, "una recolección de los datos que deben considerarse en el conocimiento del niño y sus dificultades".
Se proponía un "interrogatorio de los familiares del niño y, muy particularmente, de la madre". Había que "saber interrogar a la principal testigo del proceso del desarrollo del niño: indagar sobre cada etapa, no sugerir respuestas, ni influenciar a las madres". "Un interrogatorio paciente y cuidadoso termina por obtener las referencias precisas de los datos objetivos que son necesarios para comprender las características actuales del niño".(1)
Es evidente la necesidad de hacer intervenir factores que incidieron en los diferentes estadios del desarrollo para realizar un estudio del lenguaje, no es posible encerrar el conocimiento de un paciente en el tiempo inmediato. La posición que el niño ha ido adoptando con respecto a la lengua en las diferentes etapas de la adquisición nos hablará de las deformaciones o sustituciones a que las somete actualmente o nos guiará en el conocimiento de las causas de su silencio.
Sin embargo, resulta paradójico que quienes trabajamos con el lenguaje encaremos una búsqueda objetiva de la realidad más allá de él. Es curioso que intentemos reducir a una función informativa enunciados que no pueden ser neutrales. Lo que la madre nos refiere durante la entrevista es una versión, un relato, ella no puede hablar como "testigo del proceso de desarrollo del niño" ya que desde su función materna fué implicada en el mismo, fué posicionada brindando lenguaje.
A la vez, es necesario tener en cuenta que la instancia de la consulta está marcada por un clima muy particular, las circunstancias en que se desarrolla la entrevista determinan un momento expresivo de gran singularidad: nos encontramos con padres preocupados que traen un niño expectante, temeroso, a la espera de un veredicto. Personas que en el reconocimiento y la comprensión de su hijo han experimentado una ruptura, un hueco que los angustia y que motiva la consulta. Acarrean el eco de las palabras del pediatra, del neurólogo, de la maestra o de la abuela. En fin, de todo aquello que se ha dicho respecto al síntoma. Se dirigen a alguien que deseándolo o no ocupa un lugar en su fantasía, un "Doctor" que podrá mostrarles el camino del hablar bien.
Desde esta urgencia somos interpelados, se nos pide una clasificación, una receta. Nos encontramos en una situación vertiginosa que implica riesgos ya que lo imperativo de la demanda, dirigida a nuestro saber efectivo sobre los procesos neurofisiológicos, puede inducirnos a adoptar una posición apresurada con respecto a aquello que no sabemos: el decir de los padres con respecto al niño. El afán diagnóstico puede llevarnos a interrogar, a recolectar datos, puede ubicarnos allí donde no podremos operar.
Es importante reconocer que el discurso de los padres adquirirá significancia sólo si lo comprendemos dentro de un campo de lenguaje. Estamos en presencia de una historia verbal, cargada de sentido mas que de referencias precisas, marcada por hechos susceptibles de interpretación, enunciados que implican un punto de vista.
Orientándonos de esta manera y encarando desde un modelo dialógico la consulta fonoaudiológica podremos operar a partir de las primeras palabras que los padres nos exponen. "Venimos con Leonardo, tenemos problemas para hablar", me dijo una mamá al comenzar la entrevista inicial. Es posible reconocer en esta frase un carácter alusivo, la madre supone que el terapeuta sabe que el que habla mal es el niño, introduce una complicidad que escapa al enunciado mismo. A su vez trata de aliviar la situación de Leonardo, lo acompaña, intenta unirse a él en la dificultad.
Sin embargo, al abrir el diálogo y repreguntar sobre este enunciado, reconociendo voces que indicaban otro sentido, pudo desplegarse algo limitante, amenazante, en relación a este síntoma de lenguaje y la angustia materna. Evitando preguntas prefijadas y favoreciendo la charla fué posible esclarecer una cierta estructura familiar en la que nadie podía hablar y en la que Leonardo estaba incluído.
Cuando logramos abandonar formularios preconcebidos e intervenciones objetivantes y prestamos atención suficiente a aquellas palabras que nos hablan del niño, cuando nos proponemos atenuar el dramatismo del diagnóstico y favorecemos el diálogo con los padres, entonces estamos en condiciones de preguntarnos acerca de nuestra posición ante el pedido de ayuda. Escuchando el discurso paterno más allá del síntoma, podremos descifrar aspectos de la función parental que permiten, sostienen o interfieren la adquisición de la lengua.
Claro que deberemos reconocer en el lenguaje múltiples posibilidades de articulaciones generadoras de sentido que exceden al proceso de decodificación y sumergirnos en un campo de discurso en el que juegan lo simbólico, la imaginación, la fantasía y donde emerge aquello de lo que no podemos dar cuenta.
Pero en este texto no intento analizar el lenguaje, sólo me interesa proponer un intercambio de opinión acerca de las distintas intervenciones que admiten los primeros encuentros del Fonoaudiólogo con un niño y sus padres. Al respecto creo que, así como consideramos aspectos orgánico-funcionales, culturales y pulsionales en el estudio diagnóstico; es fundamental que como terapeutas del lenguaje valorizemos correctamente lo que nos brinda la palabra parental en el conocimiento de un niño.

(2).- Azcoaga y Otros. "Los Retardos del Lenguaje en el Niño".

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