Quiero agregar que muchas veces encontramos trastornos del lenguaje de este tipo en alumnos de escuelas a las que asisten clases acomodadas. No sólo los alumnos de barrios alejados. Niños de la ciudad pueden presentar también síntomas que remiten a esta falta de estímulos.
Aunque prefiero hablar de funciones maternas y paternas que no logran instalarse. De aquello que conforma el diálogo entre padres e hijos, en cualquier clase social.
Prefiero mostrar lo que en la afectividad resuena en la palabra.
Observen esta historieta. ¿No nos encontramos con el eco de muchos pacientes y alumnos?
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